El tercer sector

Anna, costurera. Martha, cocinera. Meier Ludwig, el chófer. Nadie sabe cuánto tiempo llevan conviviendo como empleados de la casa. Solo la persona de mantenimiento, inmigrante, Xan/a no parece pertenecer a la veteranía de la servidumbre, pero surge la pregunta ¿De dónde viene, pálido/a y de pocas palabras? Todos trabajan para la señora, pero esta no aparece. Esperan y reviven sus recuerdos lastimándose los unos a los otros. Anna y Matha hablan, y con sus palabras, por momentos, crean una vida propia. En sus despiadados y afilados rituales de memoria pueden llegar a ser trágicas y cómicas, malvadas y vulnerables al mismo tiempo. Lo que les queda es una columna encorvada, un alma enferma. Son presas de sus propias historias. Unas vidas deformadas que, vistas desde la distancia, resultan grotescas, terribles, absurdas y descabelladas.

de Dea Loher

  • Anna / Sara Gallardo

    Martha / Ángela Turrado

    Meier Ludwig / Guillermo Doménech

    Xan(a) / Sorín Baltes y Saída Bahida

    Espacio sonoro / Óscar Trujillo

    Der dritte Sektor de Dea Loher dirigido por Dyron Triay

  • Diseño de iluminación / Nacho Areta

    Diseño de espacio / Dyron Triay

    Cartelería / Verónica Antonucci

    Fotografía / Lebollet, Alba Pérez y Malva Vela

    Vídeo / Alba Pérez y Lebollet

    Diseño de vestuario / Dyron Triay

    Música original de Óscar Trujillo

    Una producción de Generación Limbo y Dyron Triay

Qué paradójica es la vida y qué ingenioso el puño de esta autora. Cuenta a una mujer, Martha que tiene ganas de vivir con plenitud, para luego incapacitarla e impedírselo. Y cuenta a otra mujer, Anna, preparada para encarar la vida, pero la carga de miedos y frustraciones, clavándola sin opción a moverse.

Meier Ludwig, interpretado por su perro, es un operario, subordinado y explotado. Podría decirse que pone cuerpo y da voz a ese sector sojuzgado de la sociedad que produce para satisfacer los deseos burgueses. En cambio, Xan/a representa a quienes sufren las consecuencias de ese sistema. Es la supervivencia, pero también el amor, la esperanza, la conexión con algo más allá del suelo que pisan nuestros pies y los horizontes que alcanzan nuestros ojos. También es el despertar. La luz de la conciencia.

Entonces me pregunto: ¿qué pasaría si de repente todas las personas que estos personajes representan decidiesen rebelarse contra aquellos que les oprimen, esos que vulneran sus derechos más elementales? Al pensarlo, me asaltan el caos y el terror.

Pues esta obra significa eso para mí. Es una especie de ajuste de cuentas. La representación de una guerra entre dos mundos desiguales. Dea Loher ideó que la acción transcurriese en el espacio del servicio de una casa burguesa. Pero esa casa podría ser Europa o Estados Unidos, con su bodega, su piscina climatizada y hasta un campo de golf. En ella vive la señora, que es la personificación de Occidente. La atienden los desheredados, cuatro personajes extremos, sometidos, pero también incapaces... Gente que tiene poco o nada que perder, porque lo esencial ya se lo han arrebatado.

La dignidad.

Dyron Triay

Madrid, mayo de 2021