Las expectativas, los celos, la envidia, el rechazo, las broncas, las decepciones, las pesadillas, los duelos, la avaricia, los engaños, la traición, el dolor, la ira... ¿Y la conciencia? Quizás se deje asomar en los momentos de cambio, en los picos o valles de nuestras vidas, donde la verdad se nos aparece como un don o como una desdicha. ¿Por qué huir de uno mismo? ¿Por qué huimos de nosotros mismos? Nos da pavor encontrarnos con ese vacío que existe en la raíz de nuestra condición. Huimos para no estar solos, para estar con gente, para estar con alguien, y en esa huida nos alejamos de nosotros mismos. ¿Cómo estar contigo si no estoy conmigo? Ese miedo que atrapa es una ceguera que aprieta, un espejo que sólo deja ver en los demás algún rastro de lo que deseo. Miramos a los otros pero no les vemos, les miramos deseando que nos miren; solo existimos si nos miran, si nos desean, si nos dan cabida. Disimulamos con discursos y apariencias, con roles y actitudes, este vacío que portamos, esta necesidad maldita de estar vivos sin saber estarlo. Porque para vivir hay que estar vivo y para estar vivo hay que atreverse, abrirse, mirarse, rasgarse hasta verse y cuidarse y quererse. Nos odiamos porque no nos vemos, y no nos vemos porque nos da miedo. Porque después de verse hay que dedicarse a aceptarse y amarse y entonces uno se empieza a liberar, y la libertad no nos la explicaron, parece que nos aísla, que quizás nos rechacen o no gustemos o no nos acepten. Pero en la libertad yo me amo, tal y como soy, libre de ser quien soy, y te amo tal y como eres. Nos aceptamos en nuestro ser y en nuestra potencia, y nos respetamos y nos descubrimos y nos entendemos y nos abrazamos y sólo entonces empezamos a vivir, desde el vacío, desde la verdad de lo que soy, desde la verdad de lo que eres, de lo que podemos ser. Abraza tu vacío, atrévete a mirarte y quizás puedas verte. Nútrete, comprométete contigo y luego entrégate, comparte. La soledad es la posibilidad del amor, es toda la fuerza. La huida es un niño que cierra los ojos para esconderse, y en su miedo a que le encuentren se pierden el paisaje y el horizonte.

Antes/Después es un intento de acercarnos, de apartar la huida, de vencer resistencias y de vernos, de profundizar más en ese reto de liberarnos. Es la inspiración de un director, el amor de un elenco y la lucidez de un autor. Es un desafío y una apuesta por enfrentarnos a lo que somos, por abrazarnos, sentirnos y soltarnos. Enfangarnos, embadurnarnos de nosotros mismos y luego compartirlo, ordenarlo y mostrárselo con inmenso amor al mundo y esperar en la desesperación de la urgencia que tal temida belleza nos lleve juntos a atrevernos, de la mano de nuestras soledades, a que aparezca la semilla de la conciencia, a conectarnos, a dejarnos afectar y ser capaces de transformarnos.

Pablo Gar